Cada vez más licuada, de sólida a gaseosa, atrapada en un cuerpo con cansada mirada.
Respirando profundo alcanzo alguna estrella y allí me recompongo y vuelvo a comenzar.
De sólida a gaseosa me perdono las penas y me callo palabras que ya no debo hablar. Y escucho atentamente contarme algunas penas y sé que tu camino yo no lo puedo andar.
Y medito y contemplo mi paz, mi vida bella y toda la poesía que fui capaz de crear. Y me siento orgullosa de tanta valentía, de seguir siendo yo a pesar del pesar.
No es gratis ni fue fácil, subí muchas montañas y me bañé en mil ríos, también me hinché a llorar…
Y hay noches como ésta, cuando hace tanto frío, me siento aún muy pequeña ante tanta inmensidad.
He cambiado de estado, ya no quiero ser sólida, inflexible, implacable, perfecta y muy mordaz. Prefiero la ternura, la suavidad impecable, la sutil elegancia, la palabra indomable de esa niña chiquita que sólo quiere amar.