Cuando duele el corazón tienes que apartarte un poco y verás que lo que duele es ese pequeño loco que constantemente pide un poquito de atención.
Ese niño malherido que no obtuvo lo que quiso y hoy aún anda confundido en busca de una ilusión.
Da dos pasos hacia atrás, deja de mirar pa’dentro y verás que tus papás andaban igual de huérfanos.
Aquí todos reclamamos y nos hacemos pequeños y resultamos ridículos y no parecemos cuerdos.
Rescata a tu niño herido, dale besos y caricias. Escúchalo cuando llora y abrázalo cuando sueña.
Ahora ya se ha hecho mayor y le han salido espolones, tiene la piel arrugada y el alma llena de canciones.
Ese niño, es tu tesoro, es tu ser más delicado, todavía tiene sueños y ganas de ser amado.
Rescátalo de tus penas, dale cobijo y abrigo, perdona sus fechorías y llévatelo a vivir contigo.