Y van poquito a poco estrechando el cerco: los jóvenes, los niños y luego los incrédulos.
Obedientes corderitos todos al degüello, porque según dicen contagia hasta el más pequeño.
Y a los que sabemos que es un puro cuento, despacio y sin pausa se nos estrecha el cerco.
Pero ya no importa, no tenemos miedo, saldremos de ésta, alzaremos el vuelo y sobre las nubes saldremos ilesos de tantas mentiras, de tanto atropello.
Somos poderosos, valientes guerreros, hombres y mujeres, niños, jóvenes, abuelos. Somos hombres libres, vivos y enraizados.
Conectados al sol central que sigue a nuestro lado. Estamos despiertos, somos hombres buenos y, como el Maestro, resucitaremos de entre los muertos.