No hay errores, hay experiencias, decisiones mas o menos conscientes, pero decisiones libres desde el pacto entre espíritu y alma. Cuando aceptas el “fallo” y encajas la mejora en ti, aquello que parecía un fracaso comienza a trasmutarse en aprendizaje pues tu eres completa y no tienes que buscar fuera encajar, ahora busca dentro tus partes y abrázalas, volviéndote una, volviéndote uno contigo, con los que también son uno, una, con ellos, ellas y con el todo. Cocreando con el corazón inmaculado desde la esencia verdadera de la energía más pura que nos une en uno: EL AMOR.
Una consciencia que viene viajando desde el sol central, iluminada para anclar en estos cuerpos y recuperarnos entre hermanos sintientes. Los desdoblados, yoes peQueñitos y EGOS grandecitos estuvimos desconectados por el propio deseo del espíritu de experimentar la dualidad y la separación. Ahora nuestra Madre Tierra y todo el cosmos nos besa con ternura, nos avisa que es hora de despertar. Nos dice “no vivas muy profundo, haciendo muy real el mundo que ahora te rodea, no te identifiques con el personaje, da con gozo, agradece con alegría y pronto estarás entrando en la nueva tierra fértil para comenzar de nuevo y esta vez vivir en la plenitud utópica del corazón”.
Aqui y ahora puede ser que solo estes siendo para ser feliz. Para saber ser feliz, siendo este el mayor propósito de todo ser humano, la mejor manera es experimentar lo máximo posible cada cara y arista del prisma de la vida y luego discernir que es para ti ser feliz, desde la verdad genuina, purificada y perfeccionada con el transcurrir de las olas de vida.
La trabajadora de la luz, el trabajador de la luz cada día recibe su dosis de humildad, no intentes acelerar los tiempos divinos de alguna alma, recuerda no forzar a nadie, pues serás forzad@ tu. Cada alma tiene sus propios tiempos de aprendizaje en función de su grado de consciencia. Cuando el corazón comienza a ser, la boca se cierra y los ojos se encienden. Que tu vida sea el mayor ejemplo de vida a seguir y no de la que huir, sin la necesidad de reconocimiento, sino con el gusto propio del servir a tus hermanos y hermanas, aceptando con alegría las enseñanzas y consejos de la luz que se filtra por sus palabras.