Segundo acuerdo de la sabiduría tolteca, más difícil si cabe que el primero. Ser impecable con tus palabras y no tomarse nada personalmente.
Ejercicio que requiere de tu suprema atención y de un control extremo de tu ego que, a la primera de cambio, se siente atacado y se lo toma todo personalmente.
Cuando aflojas y desaceleras, cuando te relajas y te haces a un lado, cuando te vuelves transparente y no necesitas llamar la atención. Cuando escuchas, miras y ves con compasión y amor a los que te hablan y se hablan y se toman todo personalmente, entonces si consigues ser espectador en vez de protagonista del sainete de la vida…
Entonces y sólo entonces empiezas a estar preparado para no tomarte nada personalmente. Para mirarte de dentro hacia fuera y ver lo bello, lo sabio, lo amoroso, lo sutil, lo delicado, lo divino, lo magnífico que es un ser humano libre de miedo.
Miedo al rechazo
Miedo al desamor
Miedo al abandono
No seamos huérfanos de nosotros mismos. El amor que somos es suficiente para llenar todas nuestras demandas de amor a seres igualmente huérfanos de su amor propio.
Ama a tu prójimo como a tí mismo, nos decía el maestro, es decir: ámate primero a tí mismo para poder amar al prójimo.
