Atreverse a exponerse en el escaparate de la vida donde todo se compra y se vende, donde cualquier necio confunde el valor con el precio como decía el viejo profesor.
Atreverse a vender humo y comprobar que muchos compran niebla.
Observar cómo la mediocridad se valora y la disciplina se ningunea.
Comprobar la osadía de la vulgaridad y la vacuidad y aceptar que es un camino que muchos recorren triunfalmente sin pudor, sin auto-crítica, sin vergüenza.
Ser un espectador y aprender a separar el trigo de la paja y, honestamente, vaciar de contenido tanta mentira.
Atrever…SER