Hubo una vez que podía volar. Tenía plumas y patas, y buscaba insectos para llevar a mis crías al nido que tenía en un árbol en el jardín
Volaba bajito, pero a veces también volaba alto y me gustaba más.
Cuando hacía viento, en cambio, no me gustaba tanto. Porque a veces el viento me empujaba y chocaba contra las casas y a veces me hería en algún ala y luego no podía volar durante un tiempo.
Cuando no podía volar, estaba muy triste y quería llorar, pero no tenía lágrimas.
Es complicado llorar sin lágrimas.
Tuve que acostumbrarme a estar triste y no poder llorar, por eso un día decidí dejar de estar triste y así fue como ya siempre y para siempre fui feliz y estuve siempre alegre…AH! Y cantaba mucho, trinaba más bien. Porque era un pájaro, como habréis podido deducir. Era un pájaro cantor, feliz y volador, esa última aptitud me venía dada por mi condición de pájaro, así que no tenía ningún merito, pero que cantara y estuviera feliz, si tenía merito, y me sentía muy orgulloso de mí mismo.
¡Qué felicidad! ¡un pájaro cantor; feliz y sobre todo volador!