Romancillo de Mayo Por fin trajo el verde Mayo correhuelas y albahacas a la entrada de la aldea y al umbral de las ventanas. Al verlo venir se han puesto cintas de amor las guitarras, celos de amor las clavijas, las cuerdas lazos de rabia, y relinchan impacientes por salir de serenata. En los templados establos, donde el amor huele a paja, a honrado estiércol y a leche, hay un estruendo de vacas que se enamoran a solas y a solas rumian y braman. Los toros de las dehesas las oyen dentro del agua y hunden con ira en la arena sus enamoradas astas. Remudan los claros ciervos su cornamenta arbolada igual que un ramo de rayos y una visión de navajas. La cabra cambia de pelo, cambia la oveja de lana, cambia de color el lobo y de raíces la grama. Son otras las intenciones y son otras las palabras en la frente y en la lengua de la juventud temprana. Los celosos chivos pierden entre sus dientes sus barbas: se rinden a cabezazos, se embisten y se maltratan, y en medio de los ganados mueven, lo mismo que espadas rabiosas y deseosas, lenguas amantes y patas. Van los asnos suspirando reciamente por las asnas. Con luna y aves, las noches son vidrio de puro claras; las tardes, de puro verdes, de puro azul, esmeraldas; plata pura las auroras parecen de puro blancas, y las mañanas son miel de puro y puro doradas. Campea mayo amoroso; el amor ronda majadas, ronda establos y pastores, ronda puertas, ronda camas, ronda mozas en el baile y en el aire ronda faldas...
España (1910 – 1942)