No te quiero convencer, ya no me queda retranca. Ni las ganas, ni el deber, sólo un poco de esperanza.
Los caminos paralelos nunca se encuentran, no obstante llega un día en que llegamos al mismo sitio, sin darnos cuenta, sin trampas.
¡Es tan mágico el camino! Es un juego, una gozada. Te vas haciendo mayor y te ríes de tu estampa.
Todo está bien, ya no hay lucha, la guerra se terminó. La trinchera está desierta, sólo te queda el amor.
Pasaste por ese sitio y reescribiste el guión. Las páginas caducaron, sólo queda corazón.
Contemplas el escenario desde el palco principal. No te aprendes el diálogo, no tienes necesidad.
El protagonista es otro, otro ocupa tu lugar. Pasará por el camino, que tú ya no has de pasar.
Porque has llegado a destino, porque ocupas al lugar que ayer ocupó tu padre, ese al que llegaste a odiar cuando aquel día te dijo: ‘hijo ¿y tú qué sabrás?’