Si, si, tal como suena…
Mírate el ombligo porque vale la pena. Porque no hay nada afuera más bello e importante. Porque fue por tu ombligo por donde un día llegaste.
Mírate el ombligo como si no hubiera mañana. Y míratelo bien, hasta llegar a tus entrañas.
Él sabe tus secretos y todas tus costumbres. Tu ombligo es un misterio, escucha sus mensajes.
Tu ombligo te conecta con tu esencia más pura, con esa voluntad que traes de las alturas.
Tu ombligo es el canal que conecta tu mundo con todos tus ancestros y con todos los mundos.
Tu ombligo te conoce, estás hecho de sueños, y te devuelve al niño, a ese niño pequeño, que ya lo sabe todo sin haberlo aprendido porque ya trae de fábrica su saber más divino.
Tu ombligo, ese olvidado, ese desconocido, ese vilipendiado, ese mal entendido.
No, no es malo mirarse el ombligo, de hecho es obligado y te estará agradecido.
A ver si de una vez aprendes a quererte, a mirarte de frente, a saber comprenderte. A escuchar esa voz que te habla al oído y te dice: «pequeña mírate más tu ombligo»
TU eres una estrella, un faro, un torbellino. Tu tienes las respuestas, conoces el camino. Atiende a tus impulsos, escucha tus latidos, tu ombligo es el portal a lo desconocido. Las llaves de esa puerta que siempre has olvidado están hoy a tu alcance. Tu eres tu destino.