El tercer ojo.
Ese que nadie te enseña.
El que está detrás de todo.
El que tienes en la frente pero de poco te sirve.
Esa intuición imponente que aplacas y menosprecias pero que bien puede abrirte las puertas de la conciencia.
El tercer ojo del cíclope, el que usabas a diario cuando eras invencible, cuando honrabas tu camino de ser bello, incombustible.
De humano y también divino.
Respeta tu tercer ojo, escucha lo que te dice, acepta lo que te enseña, honralo si te persigue.
Quizás lo que hoy te muestra no es tan tonto e inservible.
No lo ves, ni te das cuenta, no te habla, ni te dice: «sólo creas lo que veas»
El tercer ojo es sublime.
La realidad que te muestra es la que habrá de servirte cuando se caigan las caretas de esta mentira imposible.