Si cuando llueve te mojas y cuando hay luna la miras. Cuando hace sol te lo comes y a las estrellas suspiras…
Ya pueden mandarte órdagos y asustarte con vacunas, intentar desenraizarte de tu esencia limpia y pura…
Lo tienen mal, compañera, estos pobres hombres de la guerra que no hacen más que mandar, constreñir y cabrear.
Quédate quieta y observa, mira desde la azotea, este montaje indecente que hace sufrir a la gente.
Que a muchos hace dudar y a otros obliga a vacunar con la vacuna del miedo que no sirve de consuelo.
Respira amiga, respira y súbete a esa colina. Y camina a pie descalzo con tu fuerza cristalina, que no teme, que no duda, que tiene certeza absoluta de su poder imponente que subyuga al indecente.
Que catapulta al cobarde y convence al miserable. Que sabe que somos dioses invencibles, respetables.
Que la tierra es nuestra madre y los niños intocables. Que no vamos de farol, que conocemos nuestra misión.
Que la tierra es nuestro hogar y somos polvo estelar.
No juguéis más con nosotros que aunque parezcamos pocos, somos los más imponentes, fuertes, sabios, complacientes con la luz que hoy nos alumbra en esta aparente oscuridad diurna.