Cuando nacimos tuvimos que aprender a hablar, antes de morir tendríamos que aprender a callar.
Gastamos mucha energía en decir y conversar, en convencer a tu padre, en hablar con el vecino, en reñir mucho a tu hijo cuando se atreve a contestar…
Y yo digo…¿ y si aprendes a callar? Y a demostrar con tu ejemplo lo que quieres demostrar.
Hablamos siempre de más, queremos ser tan locuaces que olvidamos la verdad. Nunca jamás, nunca nadie, tus pasos podrá alcanzar. Y lo que tu experimentes contigo se quedará.
Así que cierra la boca y sólo aprende a escuchar. Dirás muchas menos cosas y aprenderás muchas más.
No siempre quien calla otorga, muchas veces sabe más.
Contestando a tu artículo:
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Te deseo una semana excelente; un abrazo!
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