Érase que se era en el cómputo del tiempo, el año en que no haga falta llevar tanta mascarilla,
ni haga falta la vacuna, tal vez sólo una pastilla.
Pero como los humanos somos tan atolondrados, tan sumisos, tan buenitos y tan bien acostumbrados.
Habremos incorporado este atuendo denostado e iremos con las mascarilla hasta para ir al lavabo.
Los pequeños de la casa ya no llevaran chupete, una buena mascarilla les irá de rechupete.
En el cole todos juntos saltando y dando volteretas con la mascarilla en ristre cual vulgares marionetas.
Algunos tendrán granitos, otros algún que otro eccema, pero nada que no quite una pomada o alguna nueva receta.
En la oficina una buena mascarilla hará las delicias del personal para mitigar la resaca dominical.
Y por el campo y la playa, hasta para ir a nadar, todos con sus mascarillas podrán hasta bucear.
¡Qué delicia! ¡Qué belleza no poder ver tu cabeza, ni ver tus labios operados, ni oler tu dientes apestados!
Pero entonces…Ay dios mío! tendremos otro buen lío, te empezaran a multar por llevarla sin cesar.
¿No ves que ya no hace falta? ¡Qué ahora ya toca otra cosa…!
Has sido un niño obediente ¡vamos, sigue la corriente!
Ahora que ya te has acostumbrado, resulta que es indecente ir con la cara tapada, sin poder ni respirar
¿No ves que no sirve de nada? ¿ Y hasta te puedes ahogar?
¡Habrase visto esta gente qué vulgar, qué desobediente!
En serio que no queremos pero os tendremos que multar.