ADICCIONES

Se disfrazan de muchos colores las adicciones de los hombres.

Seguro que quienes se las inventan conocen el truco que las convierte en perversas.

Puede ser el tabaco, el vino, la cerveza, morderse las uñas o jugar a la ruleta.

Jugarse el dinero o fornicar con cualquiera, mirar muchas series o criticar a tu pareja.

Y yo, en esta noche de luna creciente, estado de alarma y ganas de conciencia, me he librado del «feisbuk» y siento ligereza.

Me ha costado un tiempo poder darme cuenta que estaba «enganchada» a esta red social que no socializa más que con tu sombra, con ese que opina lo mismo que tú, que te da la razón y te hace la pelota, que te pone «laiks» sin ton ni son. Que retroalimenta tu ignorancia y te hace creer que eres importante en un mundo cerrado, pequeño y antropófago.

Un mundo cerrado, chafardero y chismoso, en el que pierdes tu tiempo valioso, viviendo la vida que nada te importa, compartiendo fotos muchas veces falsas.

La vida real se libra en tu casa, debajo de tu almohada, subida a la báscula o en el espejo que oculta tu cara, o en la sonrisa de tu hija lejana.

Hoy me he liberado de una adicción más, seguiré pensando en que más puedo mejorar.

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