En el país donde nací tenemos una costumbre que no sé bien quién la instauró pero que debería ser un hábito común y obligatorio.
Donde vivo se hace siesta, y eso te ayuda a recomponer la energía entre la mañana y la tarde.
Pero como casi todo, solo está al alcance de unos pocos: los ricos, los jubilados, los niños de guardería y los desempleados.
La siesta te rompe el día, recompone tu armonía, te desenreda la mente, te refresca el inconsciente.
La siesta es una delícia, si la haces con rigor, debajo de algún almendro o encima de alguna flor.
Viva la siesta española, la siesta de mis abuelos, la siesta de los domingos y los veranos eternos.
wow!! 101LLAMARADAS SOLARES
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