DISONANCIA RECOGNITIVA

Abrazarse a diario y sonreírle al corazón tiene la ventaja de que te conecta con tu cuerpo; ese cuerpo olvidado al que sólo prestas atención cuando te duele o cuando te miras al espejo. También lo miras cuando coges esa antigua foto y todavía te reconoces en ella. Pero lo haces desde un lugar lejano; era otro tiempo y tú también eras otra.

Andamos disociados de nosotros mismos. Al ser tan complejos y al estar tan desconectados nos vamos desencajando como las piezas de un puzzle.

Por un lado el corazón que siente lo que le duele; lo que le faltó de niño y lo que nunca más vuelve.

Por el otro la cabeza, que piensa lo que le han dicho. Que repite los conceptos que se creyó de pequeño.

Y ese Ser que no recuerda el porqué de tanta lucha; que anda buscando respuestas fuera de su esencia pura.

Y por ultimo está el cuerpo que recibe las heridas, la distorsión, los dolores, la enfermedad que es mentira.

Andamos tan enredados, con tanto miedo heredado, tan sutilmente programados, tan absurdamente manipulados…

Que hemos perdido el poder, el control, la condición de ser el más importante en este juego de ficción.

Y nos pasamos la vida, buscando lo que ya es nuestro. Pidiendo consejo al sabio, sin escucharnos por dentro.

Peleando con los otros, reclamando, interfiriendo en nuestra sagrada misión, en nuestro más puro sueño.

Vuelve adentro compañera, vuelve a tu hogar que es tu centro. No esperes nada de nadie, todo lo tienes tú dentro.

Entonces, cuando regreses a ese lugar que es tu templo, podrás Ser lo que ya Eres. Amor y Amor, sólo eso.

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