Despacito y bien derecha, no te quieres agachar. La cabecita bien alta, no te vayas a encorvar. Siempre fuiste muy discreta, la vida te quiso dar cosas que tú no querías o no supiste apreciar. Secretaria empedernida, casada con tu trabajo, de mañana, mediodía tarde o noche y a destajo. De tu casa a la oficina, los domingos por la tarde te permitías el lujo de bailar en algún baile. Y te ibas de excursión y a veces de vacaciones y así has pasado la vida, sin muchas más emociones. Tu mamá no te cuidó cuando a ti más te hacía falta, pero vivió muchos años contigo y las telarañas. Vidas largas, juergas pocas. Sin excesos, ni excepciones. Todo es como es debido, ya no me hago ilusiones. Has llegado a los noventa, con la cabeza bien clara, la cadera soñolienta, las piernecitas cansadas… Pero aún te queda fuelle y si quieres un consejo, baila, canta, sueña, ríe….todavía estás a tiempo. No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Hoy es siempre todavía, pero recuerda, querida tía, que hoy la vida aún te permite salir a tomar el sol. Agradece y mira al cielo, disfruta de tus noventa, tu vida no ha sido fácil, tu muerte será una siesta. Sin hacer mucho ruido, sin dolor, sin estruendo. Te irás despacio algún día al país donde los sueños que no tuviste de niña te regalan su misterio. Hecho está, yo lo decreto. Y así será mi tieta, fuiste buena, fuiste bella, fuiste una niña pequeña.