Recuperando el poder, ese que nunca perdí, pero que dejé olvidado mientras lo buscaba en ti.
Reconociendo mi fuerza, entre el callar y el oír. Sin decir tantas palabras, sin esforzarme, sin sufrir.
Viviendo cada momento, con alegría, paciencia, amor y benevolencia, esperanza y juventud.
Agradecida a la vida por la ternura, la inocencia, la magnífica experiencia de ser y estar sin acritud.
Es un regalo vivir con paz en el corazón, con belleza en la mirada e infinita gratitud.
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