Somos como una cebolla llena de capas y grietas, nacemos en una cárcel con farolillos de cera.
Se derriten los faroles, se apagan todas las luces y empiezas a andar a tientas en este mundo tan lúgubre.
Ni libres, ni soberanos, atados a una condena que nos recuerda a diario que sólo eres una mierda.
Un número en el carnet, una letra, un apellido, te mantienen conectado a este estado bien podrido.
Y te obligan a estudiar lo que quieren los que mandan y a trabajar a destajo para pagar tus demandas.
Pero tú tienes derecho sólo por haber nacido a ser un humano libre, feliz, dichoso, divino.
Tienes derecho a la tierra y con ella a su comida, a una casa digna y bella que te acoja sin medida. Sin usureros que venden lo que a ti te pertenece sólo por haber nacido en este mundo inocente.
Tienes derecho a vivir sin hacer sufrir a nadie, pero sin ser un esclavo de la mañana a la tarde.
Mira el sol hermano humano, eterna esencia bendita, tú tienes todas las llaves, sal de esta cárcel podrida.
Y contempla el universo y hazle caso a las estrellas y sé libre como el viento y VIVE hasta que te mueras con alegría en tu mente y paz en todas tus células.