Y llega un día en que te rindes y ya no quieres ganar.
Y te importa un pimiento si te van a criticar.
Y llega un día en que te vistes sin mirarte por detrás, porque ya te tienes vista y te miras de verdad.
Llega un día en que las lágrimas ya sólo saben a sal, y si los ojos se hinchan, los cubres de amor y paz.
Y no quieres enfadarte y si no quieres hablar, echas la mirada al cielo. Calladita me gustas más.
Y llega un día, querida, que todo es tan de verdad, que no caben más mentiras y lo dicho, dicho está.
Y llega un día que agradeces haber llegado hasta aquí, con las sienes plateadas y alas de colibrí.