Escribo en mi lengua materna, con la que aprendí a mamar. A vivir en esta tierra bilingüe de amor y paz.
Escribo desde la tarde de mi vida en este mundo, apreciando cada día como si ya fuera el último.
Escribo porque me gusta y porque me cura el alma. Y si así llego a la tuya, mi ego se desparrama.
Te escribo desde esta tarde de agosto, desde mi casa. Se va agotando el verano y yo me siento cansada.
Me canso de pensar mucho, me canso de organizar, de querer salvar el mundo, de quererte controlar.
Me canso porque soy vieja y no lo quiero aceptar, me canso porque de joven no me permití parar.
Y esta tarde de verano, entre mareo y mareo, cierro un poquito los ojos y doy las gracias al cielo.
Todo pasa y no sé si todo queda, como decía el poeta. Tal vez solo hay que pasar y lo que queda es tu esencia viajando en la eternidad.