Me miras desde tus ojos ávidos de aprenderlo todo. Y no te pierdes detalle. Eres un sabio curioso.
Parlanchín de medio metro, con voz de niño de coro. Tú contestas tus preguntas, tú te lo respondes todo.
Eres listo, inteligente. Curioso y extrovertido. Pero te quedas callado, recordando el paraíso.
Y es entonces cuando siento que no eres sólo un niño. Que tu alma viene de muy lejos, que has hecho mucho camino.
Que tú y yo nos conocemos desde el cosmos infinito.