De mil maneras, de cien mil formas, del derecho y del revés, de arriba a abajo. Sin querer y queriendo, sin darnos cuenta. A propósito, de reojo. Sin darle vueltas.
Por la mañana y la noche, a todas horas. Disimulando o a posta, de cualquier forma. A los gritos, a los llantos, en voz bajita. Volviéndonos invisibles, muertos de risa.
Todos buscamos cariño , aún sin saberlo. Sin decirlo, sin notarlo. Sin pretenderlo. El cariño que de niños no recibimos, el cariño que de adultos mal lo pedimos.
Y puedes no darte cuenta o ser consciente. Puedes volver a empezar y hacerlo presente. Intentar disimularlo y disfrazarte de adulto seguro y recto, de maestro importante.
Da igual porque de repente, sin pretenderlo, aparece ese bebé demandante y tierno, que patalea en silencio, tiene rabietas bajo una barba gigante y arrugas viejas.
Del derecho, del revés, cual marionetas, vamos pidiendo cariño, haciendo muecas.