Siento el latir de tu savia, escucho tu bendición. Me acaricia alguna araña y me susurra una flor.
Juego con las telarañas que aún hay en mi corazón y perdono las afrentas procurando ver el sol.
Y me sacudo las penas y respiro más perdón y me retiro hacia dentro donde sólo encuentro amor.
Y agradezco y agradezco y agradezco la ocasión de seguir agradeciendo, de dar las gracias a Dios.