Resulta arduo difícil callar ante la imprudencia. Maestros tiene la Iglesia y tú eres aprendiz.
No obstante es interesante escuchar al que más sabe cuando no calla y se sabe el más listo del sanedrín.
La prudencia es ese arte que Gracián recomendaba y casi nadie practica.
Obsoleto anda el muy pobre en este mundo de orbes y experiencias espirituales.
Cuando das un paso atrás, cuando callas y te apartas, cuando relajas la espalda y te tapas los oídos…
Ya no escuchas el ruido.
Sé prudente amigo mío, aunque te cueste la vida, aunque duela la barriga, aunque te cueste un montón.
Sé prudente y al final, escucharás esa voz, que desde el fondo del alma, te dejará estar en calma, ante tanta distracción.
En silencio, desde lejos, deja ya de dar consejos, ocúpate de ese viejo que habita en tu corazón, del niño que no respira, del adulto que castiga, del maestro que se retira y abandona su misión.
Sé prudente hermano mío y el resto déjalo a Dios.