Entre las siete y las ocho, cuando empieza a anochecer, cuando los ruidos amainan y el sol empieza a caer.
Cuando el viento se retira y deja de suspirar, cuando los gatos se acercan y los pájaros se van.
Después de un día que ha pasado casi sin querer pasar. Cuando te rindes y sabes que todo está bien como está.
Has hecho lo que has debido, has jugado a ser mayor, en esta Matrix que siempre parece que te hace un favor.
Entre las siete y las ocho, respiro y dejo pasar, me quedo lo positivo, aligero mi caminar.
Y preparamos la cena con lo que la tierra nos da.
Entre las siete y las ocho, me amo cada día más. Me reconozco maestra de mi vida y de mi paz. Y sigo dando las gracias y te quiero un poco más.