Desde que Descartes dicen que dijo ‘pienso, luego existo’ y el racionalismo lo inundó todo, andamos con la cabeza por bandera, dando tumbos entre lo que hoy es una certeza científica y mañana deja de serlo. Dicen que en eso se basa el método científico: en mejorar, contrastar y cambiar, si es necesario, lo que ayer era casi un dogma de fe.
Esa forma de pensar y actuar, nos deja huérfanos de algo tan fundamental como nuestro sexto sentido; esa poderosa intuición, denostada por la ciencia, hasta hace poco. Digo esto, porque cada vez más muchos científicos se están dando cuenta de que, al contrario de lo que decía Descartes, no es únicamente el pensamiento lo que nos define como seres humanos.
Somos seres multidimensionales, seres espirituales, seres inmortales, seres encarnados en un cuerpo que piensa y experimenta emociones. Que tiene sentimientos, que siente físicamente, que efectivamente es un perfecto mecanismo vivo, pero que no es solo eso.
Cada vez más seres, incluso los más cientificistas, se están dando cuenta de que no sólo somos una mente pensante y un cuerpo viviente; somos también un espíritu, o mejor dicho, somos fundamentalmente un maravilloso espíritu con capacidades infinitas e impensables por esa mente concreta que definió Descartes.
Desgraciadamente, definirse como un ser espiritual viviendo una experiencia material, no está de moda todavía y choca con el materialismo que hemos mamado los seres humanos desde Descartes. Además la palabra «espiritual» todavía tiene connotaciones religiosas. La religión, cualquiera de ellas, es otra forma de poder que ha sometido al hombre desde su nacimiento. Creando jerarquías, culpas, dogmas y castigos para controlarnos. La espiritualidad nada tiene que ver con la religión.
La espiritualidad devuelve al ser humano su poder como ser creador, conectado a la fuente creadora, a esa chispa divina de la que procede. La espiritualidad te acerca a Dios, a dios como concepto creador, como principio primero y te permite desarrollar la compasión, el amor, la bondad, la gentileza, la empatía, la generosidad. Cualidades que tenemos todos los seres humanos y yo diría que todos los seres vivos y que, desafortunadamente, no desarrollamos tanto como deberíamos.
Somos seres espirituales y esa condición nos libera del miedo a la muerte y nos conecta con el amor que somos. Te invito a pensarlo desde tu mente racional y limitada. Expande tu mente, conecta con tu corazón. Y disfruta de tu condición de Ser espiritual.