SIN HORARIOS, NI RELOJES

Sin horarios, ni relojes, sin hojas de calendario.

Me levanto con el sol, no veo telediarios.

Agradezco a Tata Inti tanto amor, tanto cuidado.

Y respiro despacito, mientras bosteza mi gato.

Después doy gracias a Dios, llámese como se llame.

Está claro que este mundo tiene Padre y tiene Madre.

Y me miro y me contemplo y me veo y me enamoro,

de mi cuerpo y de mi alma, de lo que sé y lo que ignoro.

Y me descubro curiosa, incansable y caprichosa.

Quiero ser como las flores, los pájaros, las mariposas.

Quiero llenarme de sol, de luna y del ruiseñor

que me canta cada tarde mientras recuerdo a mi madre.

Sin nostalgia, ya sin pena, sin culpas y sin condenas.

Me siento hermana del tiempo, madre de mis sentimientos.

Compañera del pasado, que cuando puedo hago a un lado.

Hija de todos los dioses, me inclino sin un reproche.

Acepto la dualidad y me siento bendecida.

Siempre busqué la Verdad, aunque estuviera escondida.

Y desde la suave paz que proporcionan los años,

sé que no existe el error, aunque creas lo contrario.

Me abrazo y cuando me miro, vuelvo a creer en los milagros.

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