ABRAZAR EL DOLOR

Dicen los místicos, los sabios, los santos (que no están en las iglesias) que se puede  y se debe abrazar el dolor. Amar el dolor.

Resulta demasiado revolucionario para mí mente cartesiana, acostumbrada a clasificarlo todo, separando en bueno y malo, oscuro o luminoso. ¡Somos tan absolutamente duales!

Es fácil amar la Luz, querer a los amigos, entender a los benefactores, abrazar a los que son amorosos y compasivos. Pero abrazar el dolor es demasiado doloroso para nuestra mente dual. No se entiende el dolor, cualquier dolor, todo el dolor, especialmente el dolor que puede sufrir un niño o un anciano (ambos están en una tesitura similar)

En el principio y el final de la vida somos ¡tan vulnerables!

¡Tan dependientes! ¡Tan frágiles!

Acoger, abrazar, aceptar que no justificar, el dolor, es una tarea de seres evolucionados, es un trabajo de hombres conscientes y conocedores de la unicidad del Ser.

Somos Uno, Uno en la Vida, Uno en la Paz, uno en la Luz, como tan amorosamente nos explica Daniel Lumera, Ser Uno te obliga a abrazarlo todo. Ya que no hay separación. Y porque al final y desde el principio SOMOS única y exclusivamente AMOR.

Amor disfrazado de apego, amor escondido en el odio, amor oculto en el dolor, amor que te reconcilia con la vida y con la muerte.

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