LA MUERTE NO EXISTE

Yo nunca me moriré, porque tampoco nací. Yo vivo en el infinito de tus ojos de azabache que me preguntan bajito: ¿Qué nos mata, Labu? ¿Por qué nos morimos?

No morimos bello nieto, nunca muere nuestra alma, el amor que yo te tengo se quedará en tus pestañas.

Viajará por tus ricitos, se dormirá en tu almohada, se convertirá en sopita y bailará con tu giganta.

La muerte nunca vendrá a descongelar tus ganas de ser feliz sin motivo, de bailar todas las danzas.

De tocar los instrumentos, el piano, las maracas, los tambores más bonitos, las armónicas, las flautas.

Y aunque se muera mi cuerpo, mi alma nunca se acaba, por eso querido nieto viviremos aventuras hasta que nos de la gana.

Nos hablaremos de noche, cantaremos por la mañana, nos veremos por las tardes antes de que el sol se vaya.

Y cuando tenga que irme a visitar a las hadas te contaré muy bajito que te llevaré en mi alma y que desde el infinito te aplaudiré tus hazañas.

Deja un comentario