JUGANDO A SER ADULTOS

Encorsetados en cuerpos de adultos, los niños que fuimos seguimos teniendo rabietas. Esas rabietas mal atendidas por los adultos que fueron nuestros padres que, igualmente, guardaban a su niño herido dentro del corazón.

Una suerte de hechizo nos persigue hasta la muerte, buscando las caricias y los abrazos que nunca nos dieron.

Pidiendo aquellos besos que nunca recibimos, gritando que nos quieran cuando ya no hay padre, ni madre al otro lado.

Jugando a ser adultos, vamos envejeciendo con esa asignatura suspendida en septiembre. Y si nunca la apruebas, la llevarás por siempre, dentro de tu mochila de abuelo impenitente.

Somos niños heridos jugando a ser adultos, disfrazados de sabios, maestros absolutos. Haciéndonos los fuertes, pareciendo importantes, vamos dando lecciones que no aprobamos antes…

Abrázate querido niño huérfano y dile al corazón que te acoja en su lecho, que te cante una nana, que acaricie tus sueños que te diga al oido que todo está resuelto que ya no necesitas seguir llamando la atención como cuando eras pequeño.

Deja un comentario