Comer carne animal es una costumbre tan arraigada que, únicamente los que no lo hacen, son verdaderamente conscientes de lo que supone.
Comer carne animal casi siempre conlleva el sufrimiento del animal que, previamente, ha sido torturado y ese sufrimiento es el que también te comes.
Si, puede ser que en contadas excepciones ese animal haya vivido y muerto en condiciones dignas, pero en la mayoría de los casos, se les trata como si fueran insensibles al dolor y al sufrimiento. Y se les sacrifica en condiciones deplorables para su dignidad como seres vivos.
Yo he comido y, de vez en cuando, como carne de algún animal. Y la sensación posterior que me queda es de embrutecimiento.
No quiere seguir haciéndolo. No me siento bien después. No merecen nuestros animales que les tratemos tan mal y no nos merecemos cargar kármicamente con tanto sufrimiento.
Ser conscientes también implica tomar conciencia del sufrimiento ajeno, se llame gallina, conejo, cerdo o salmonete.