LA PALOMICA

Yo tenía una abuela bruja como las abuelas que han sido y serán.

Cosía y cantaba mientras cocinaba con mucho azafrán.

Encendía ‘palomicas’ para la Asunción y en la radio escuchaba el serial de un tirón.

Mi abuela era guapa, era de esas viejas que nunca fue joven, así era su época.

Vestida de negro desde aquella tarde en que el yayo Antonio se murió sin despedirse de ella.

Encendía muchas velas mi yaya, mi abuela, conocía el misterio que guardaban ellas.

Yo heredé sus gestos, todas sus maneras, por eso en mi casa nunca faltan velas.

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