Esa vocecita linda que habla lo que no sabe. Que sabe más lo que dice y dice lo que le sale.
Esa carita gitana rellenita de mofletes, con ojitos de aceitunas y pestañas de Espinete.
Ese cuerpito serrano que no para nunca quieto, que a dormir le tiene grima y se emborracha de cuentos.
Ese niño tierno y serio, masculino y muy despierto, me ha robado el corazón, supera mi entendimiento.
Le quiero hasta el infinito, hasta la luna y el sol, hasta el planeta chiquito, hasta la estrella mayor.
Soy su Labu en esta vida y eso no es casualidad, nuestras almas están vivas y se reconocen desde el más allá.
Por eso cuando me dices «Labu, yo te quiero más», no me sorprende, Brunito, lo dices porque es verdad.