Mientras el cuerpo envejece el alma se expande y crece. No es trabajo baladí, no es fácil esa tarea, hacer que el alma aparezca, entre vísceras y huesos…
A costa de diluirte entre la vida y la muerte, entre el espacio y el tiempo. Hablando menos que ayer y un poco más que mañana. Siendo un poco más prudente, pero mucho más valiente.
Prestando atención al modo en que comes y respiras, a lo que sueñas y miras. A tu aburrido día a día, que es tu día más glorioso. Buceando en ese pozo de agua pura y cristalina que es tu esencia más divina.
Hablando poco, lo justo. Lo imprescindible, lo mínimo. Cuidando el chacra garganta como cuidas a tu niño. A ese que le hablas bajito cuando te vas a dormir. A ese ser tan pequeñito que vive dentro de ti.