Pecaré de ingenua, de inocente e infantil.
Pero para mi en la vida no todo es comercio.
Y quizá por eso, soy una rebelde, un ser que todavía cree en el ser humano.
A mi me va bien ser así de incauta, ser tan confiada, tan viva la vida.
No me causa angustia, no me da fatiga, creer que me quieres sin medias mentiras.
Creer que me buscas porque te intereso, que me ofreces cosas porque las merezco.
Creer lo que vendes porque es bonito y bueno. Creerme tus gestos, tus vocablos recios.
Tal vez soy muy crédula y muy confiada, pero así la vida es un poco menos mala.
Y así algunas veces te encuentras a otro con tus mismas ganas, sin sus sueños rotos.
¿Para qué te sirve ponerte la máscara? Andar sospechando que siempre te engañan…
Prefiero caer en la trampa a veces, tragarme los sapos sin seguir la corriente.
Y cuando despierto y veo la farsa que para la gente todo vale nada.
Me agarro los machos, me miro de frente y me recompongo y salgo reluciente.
¿Me engañas? ¿Te engañas? ¿Me mientes? ¿Te mientes?
Yo como ese cisne que nunca se moja, me mudo de lago y a otra cosa mariposa.
No todo es comercio. Somos el valor. Y yo no me vendo ni al menor ni al por mayor.