Mi tio era pescador, todo un señor de los mares, vendía todo el pescado, sin tener miedo a mancharse. Era el amo de la lonja, el señor de todas las naves, nació y vivió en Torrevieja y nunca viajó por los mares. Tampoco aprendió a nadar, se manejaba en la tierra, en la huerta o en el bar, siempre fue el rey de siesta.
Mi tío vivió feliz entre barcos y tinajas, redes con sabor a sal, marineros y subastas.
Aprender a soltar lastre es oficio de marinos, dejar que muerda el anzuelo, pero no te lo comas podrido. Aprende de los marinos tienen un ojo en la mar y otro ojo en el camino.