A veces una abuela se me engancha. Yo al principio no me doy cuenta. Lo hace sutilmente. Sin hacer ruido. Aprovecha cuando estoy relajada y confiada. Cuando dejo el control.
Entonces ella, cual lapa de la costa Brava, viene y se me engancha.
¿Qué cómo me doy cuenta? Pues porque empiezo a debilitarme o me duele la espalda o me canso mucho, como si la llevara a cuestas. Y es que es así literalmente, la llevo a cuestas y su energía de abuela cansada se mezcla con la mía, la absorbe, se la come y me deja vieja y cansada a mí.
¿Qué por qué me pasa? Pues no lo sé, quizá sea porque conmigo se vive muy bien. Soy una mujer honesta, verdadera, fiel y sincera, leal, espontánea, divertida y responsable, amable y respetuosa. Soy guapa y estoy sana. Soy inteligente y también muy lista y espabilada. Tengo un gran corazón y no soy rencorosa. Soy un poco vanidosa y me gusta sentirme querida y aceptada, pero eso también le pasa a la abuela lapa. Por eso le gusta engancharse a mí y compartir mis cualidades.
Yo dejo que esté conmigo unos días…¡como no tengo abuela!…, hasta que la despido respetuosa y amablemente.

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