YO NO ME QUIERO MORIR

Yo no me quiero morir, no quiero cerrar los ojos, ¡hay tantos rayos de sol!

Quiero sentir el calor de este otoño esplendoroso.

Yo no me quiero morir, no me da tiempo de todo.

Tengo que vivir mil años, con sus veranos calurosos.

No me moriré en invierno, hace demasiado  frío y en primavera las flores son mis mejores amigos.

En otoño tengo hambre de castañas y de vinos y si se acerca  la muerte, me disfrazaré de rio…y la muerte se hará a un lado porque haré mucho ruido.

Cuando lleguen los veranos, me iré con los pajaritos y me vestiré de océano y pasaré inadvertido.

Mala suerte, amiga muerte, lo vas a tener difícil. La vida es más seductora y me alegra las mañanas.

Por las tardes me enamora, por las noches se transforma y me lleva hacia otros mundos toditas las madrugadas.

Te deseo lo mejor, buena suerte, buena muerte, yo no te tengo temor, sé que un día vendrás a verme, pero mientras tanto deja que disfrute de mi suerte. Déjame tomar el sol en agosto y en diciembre.

COMPRA Y VENTA

Viajando por la carretera que mi intuición me presenta,

después de dar muchas vueltas, necesito repostar.

Dejar de lado las dudas, los miedos los compromisos,

recrearme en el camino para dejarte pasar.

No hace falta que te pares, ni que me hagas ningún guiño,

no me quieras vender nada, yo nada voy a comprar.

Tu camino y mi camino, tienen el mismo destino,

pero mientras lo caminas, déjame un poquito en paz.

Ya pasé por el peaje, ya deshice el equipaje.

Ya me vestí con el traje que me permitió viajar.

A otros mundos, otros parajes, otros rostros y paisajes.

No me digas cómo tengo que cantar y que bailar.

No te compro, no te vendas, no me regales tus prendas,

déjame querido amigo, déjame un poquito en paz.

CARRETERAS PARALELAS

La vida es larga o muy corta, según se mire y se viva.

Mientras la estás transitando parece que no termina, pero cuando se te acaba, la querrías infinita.

Y en la vida las etapas siempre empiezan y terminan, dicen que cada siete años cambian. Lo constato cada día.

Épocas, costumbres, caras, amigos y compañías, aparecen y se alejan cual perfecta melodía.

Y de pronto una mañana sin darte cuenta todavía, transitas por carreteras que nadie más ya transita.

Te quedas solo de pronto, los rostros se difuminan y la vida se abre paso con nuevas algarabías.

Te presenta nuevos retos, el escenario cambia su escenografía, vas a tener que adaptarte a las nuevas compañías.

Porque la vida, mi amigo, es distinta cada día.

Ya no comulgas con todos, no tocas la misma sinfonía, aparecen otros rostros, la vida cambia de vía y tú entiendes que estás solo hasta el final de tus días.

Porque la vida, mi hermano , no entiende de melancolías y te exige a cada rato, nuevos retos, nuevas vías.

Carreteras paralelas que nunca se encontrarán, aceptar esa premisa te permitirá avanzar.

LA MUÑECA RUSA

Muñequita linda de rizos de oro, llegaste a este mundo con ganas de todo. Pero el mismo día de tu nacimiento, un sucio cuchillo empañó tus sueños.

Creciste deprisa y te hiciste fuerte y la resiliencia fue tu mayor suerte. Sufriste en silencio, desamor, tristeza, soledad, mentiras fueron tus cadenas.

Y esa muñequita se fue disfrazando y con muchas capas tapó sus encantos. Se volvió de acero, se ensució de barro, olvidó quién era y continuó andando.

Pero llegó un día en que la muñeca se cansó de ser una marioneta. Rompió su carcasa, desplegó las alas, recordó quién era sin temerle a nada.

Es muy doloroso romperte en pedazos, rehacer los trocitos, coser los harapos. Sacar esa roña, pulir las aristas, enjugar las lágrimas, amar las heridas.

Es duro el trabajo, pero es necesario, nadar hasta el fondo, salir del armario. Y encontrarte un día con aquella niña que se mordía las uñas de noche y de día.

Decirle bajito «muñequita linda, recuerda quién eres, besa tu carita. Abraza tu cuerpo, honra tu camino, y agradece la vida que tú has elegido».

Y UN DÍA TE MORIRÁS

Y un día te morirás y será por la mañana

y el sol volverá a salir y tú estarás en tu cama.

Y un día te morirás, tal vez una madrugada,

cuando la luna esté llena debajo de tu almohada.

Te irás sin hacer ruido, sin aplausos ni alabanzas,

te irás por dónde has venido, a sembrar nuevas esperanzas.

Te morirás y habrá flores que dejen de hacer olor,

estarán todas de luto porque se ha muerto otra flor.

Te morirás y los pájaros volarán cerca del sol,

para contarle al oído que se ha muerto un ruiseñor.

Morirás y las montañas querrán venir a tu entierro,

y el mar con todas sus olas aplaudirá en tu sepelio.

Serà un día luminoso, con un sol resplandeciente,

los gatos estarán tristes, las coliflores, alegres.

Y tú saldrás de tu cuerpo, envejecido y cansado

y lo verás desde arriba, guiñando un ojo al pasado.

Y en el día de tu muerte, con tus nietos disfrazados de futuro y de presente,

perdonarán lo pasado.

Y un día te morirás y el Amor habrá ganado.

LLAMARADAS SOLARES

Anda el sol echando llamas y rayos de mil colores.

Anda el astro regalando su poder a borbotones.

Y la tierra se estremece y el mar y el viento se abrazan.

Y el no tiempo se abre paso y la sociedad se resquebraja.

La porquería del mundo ya no se puede ocultar.

Cada palo fuertemente, su vela habrá de aguantar.

La oscuridad tiene miedo, le deslumbra tanta luz,

tanta mierda rezumando te puede escocer los ojos.

Y esto acaba de empezar, límpiate bien los oídos

porque lo que vas a escuchar te va a dejar sin sentido.

Algunos lo descubrimos cuando estábais muy dormidos,

abróchate el cinturón: empieza la fiesta amigos.

NECESIDAD DE APROBACION

Vamos buscando el amor, un amor antiguo y rancio.

Amor a cambio de besos, amor chantajista y zafio.

Vamos buscando el amor que de bebés nos negaron.

Un amor de leche tibia y de dulces arrumacos.

Buscamos la aprobación, que nos quieran y nos vean.

Que se acuerden de nosotros y de todas nuestras penas.

Y lloramos y gritamos y algunos nos revolcamos,

en el fango de la culpa, sin tener muchos reparos.

Vamos buscando el amor, sin darnos cuenta, mi hermano,

que el amor lo impregna todo, que el amor ya lo has encontrado.

Que el amor no tiene dueño, ni se compra en el mercado, ni se vende, ni se gasta…

El amor es delicado y cuando quieres cogerlo se te escurre de las manos.

CONTiGO

Contigo que me miras detrás de aquel espejo. Conmigo que camino para no hacerme viejo.

Contigo que te veo con ganitas de vida. Conmigo me cabreo y me voy de puntillas.

Contigo, mi alter ego. Pongo mi otra mejilla. Conmigo, me perdono y me pongo las pilas.

Contigo voy conmigo. Conmigo soy tu amigo. Voy conmigo contigo, soy tú y tu eres yo mismo.

Contigo voy conmigo, conmigo voy contigo, caminando a tu lado hoy vuelvo a ser un niño.

LA SIESTA

En el país donde nací tenemos una costumbre que no sé bien quién la instauró pero que debería ser un hábito común y obligatorio.

Donde vivo se hace siesta, y eso te ayuda a recomponer la energía entre la mañana y la tarde.

Pero como casi todo, solo está al alcance de unos pocos: los ricos, los jubilados, los niños de guardería y los desempleados.

La siesta te rompe el día, recompone tu armonía, te desenreda la mente, te refresca el inconsciente.

La siesta es una delícia, si la haces con rigor, debajo de algún almendro o encima de alguna flor.

Viva la siesta española, la siesta de mis abuelos, la siesta de los domingos y los veranos eternos.

LA PLAZA DE ARMAS

Entre modelos y coches de lujo, catedrales y tiendas de marca. Entre olor a Channel número 5 y a meados de indigentes…

Entre turistas y música, ruido, idiomas, colores…

Casi en el centro del mundo, donde gastar y gastar es el cuento de nunca acabar.

No tiene mucha importancia si estás en Italia o Francia. Todo es ahora lo mismo, solo puro consumismo.

Es una plaza de armas con catedrales fantásticas, la podrida religión, rezuma en cada rincón.

Y los ricos son riquísimos, pero los pobres, pobrísimos. Aquí cada condición se reconoce por el olor.

Uñas postizas, pestañas, pechos, pechugas y barrigas operadas, se mezclan con la carencia, la pobreza, la indolencia.

Es el baile del progreso, no entiende de humanidad. Y no tiene parangón, el euro es su religión.

No hay ninguna diferencia entre las plazas de armas, unas son una excelencia de motocarros y ratas. Pero en las otras, las ratas no se ven tan fácilmente, se esconden en las rendijas de los bolsos imponentes.

No hay ninguna diferencia, solo cambia la opulencia.