NO COMBATIENTE, NO BELIGERANTE

Sin violencia, ni combate, sin enfrentarte al que manda

En equilibrio constante, sin enojarte por nada

Somos libres, soberanos, tenemos nuestra razón

Nos sostiene la verdad que habita en el corazón

Y no hace falta enfadarse, ni querer ser el mejor

Ya no quiero convencerte, tú también tienes razón

Mi experiencia no es la tuya, mi vida la vivo yo.

Libre albedrío le llaman, o también Ser Superior

El que nos guía los pasos, cuando sueltas el control

Cuando abandonas el miedo y perdonas sin rencor

Cuando escuchas los latidos y sientes el corazón

Sin violencia, sin combate, así me manejo yo

Dios me lleva de la mano. Mi camino es puro Amor

ESE DOLOR AJENO

Comer carne animal es una costumbre tan arraigada que, únicamente los que no lo hacen, son verdaderamente conscientes de lo que supone.

Comer carne animal casi siempre conlleva el sufrimiento del animal que, previamente, ha sido torturado y ese sufrimiento es el que también te comes.

Si, puede ser que en contadas excepciones ese animal haya vivido y muerto en condiciones dignas, pero en la mayoría de los casos, se les trata como si fueran insensibles al dolor y al sufrimiento. Y se les sacrifica en condiciones deplorables para su dignidad como seres vivos.

Yo he comido y, de vez en cuando, como carne de algún animal. Y la sensación posterior que me queda es de embrutecimiento.

No quiere seguir haciéndolo. No me siento bien después. No merecen nuestros animales que les tratemos tan mal y no nos merecemos cargar kármicamente con tanto sufrimiento.

Ser conscientes también implica tomar conciencia del sufrimiento ajeno, se llame gallina, conejo, cerdo o salmonete.

ESE EGO MÍSTiCO

Nadie escapa a su influencia, nos acompaña desde la cuna al cadalso. Se disfraza de apariencia, maneja bien el cotarro.

Te hace creer superior, te da alas y grandeza. Crees que conoces a Dios y que estás en su presencia.

Ese ego es imponente, se confunde con la gente. Se rebaja hasta sus vidas para ganar la partida.

Les quita el entendimiento, la voluntad y la fe. Con él todo son lamentos, confunde todo tu Ser.

Es un ego omnipresente, falso y malediciente. Tiene mucha vanidad, siempre en posesión de la verdad.

Pobres egos disfrazados de dioses malhumorados. Maestros de casi todo, os perdéis en los detalles, y os descubrimos rezándoos a vosotros mismos en los altares.

Egos místicos y serios, vuestro Dios es un misterio. Me quedo con ese Cristo más cercano y más divino. Más lleno de humanidad, más próximo a la Bondad.

El Dios que siempre se ríe sin boato ni opulencia, el Dios que es eterna esencia. El Dios que conmigo va.

¿QUIÉN ERES TÚ?

¿Quién eres tú para tomar partido?

¿Quién eres para dar consejos?

¿Quién te da la potestad para opinar sobre las decisiones de los otros?

¿Quién te otorga la autoridad para decir lo que está bien y lo que está mal?

¿Quién te pide que hables cuando nadie te pregunta?

¿De dónde sale la necesidad de hacerse ver?

¿Qué herida de infancia te hace ser tan osada?

¿Por qué necesitas ser el centro de atención?

¿Por qué no te ves?

¿Para qué narices necesitas siempre la aprobación?

¿Quién eres tú para enfadarte porque no se hace lo que tú quieres?

Quién eres para atropellar con gestos o palabras a los demás?

Retírate del escenario. Haz mutis por el foro. Dedícate los monólogos a tí misma.

¿Pero quién narices crees que eres tú?

EQUINOCCIO

Recogiendo los pedazos, recuperando el aliento, hoy celebro este equinoccio con pleno conocimiento.

Me veo entre las aristas, me reconozco en las grietas y me pongo de puntillas para sentirme despierta.

Es tiempo de recordar y de celebrar la vida, hay que dejar de llorar, no acabaste la partida.

Bienvenida primavera, bienvenido sol de marzo. Bienvenidas buenas nuevas, nacimientos, embarazos.

Bienvenidos seres viejos, almas de siglos pasados. Hoy volvemos a encontrarnos, no acabó nuestro trabajo.

Recogiendo los pedazos de tanto esfuerzo mundano, hoy celebro con el sol este equinoccio de marzo. Y me siento bendecida, sostenida y animada. El cansancio que ahora siento no lo percibe mi alma.

Me distancio del dolor, me siento bajo el naranjo y me embriago de azahar, de jazmines y de gatos.

Gracias árboles y plantas. Gracias montañas y apus. Gracias seres diminutos que sanáis los descalabros.

Hoy me inclino ante la vida, miro al sol y me descalzo.

Soy hija del Infinito y me merezco un descanso.

NADIE VA A HACERTE DAÑO

Nadie va a hacerte daño querubín de la noche.

Te protegen los ángeles y los seres del bosque.

Nadie toca tu alma, tu mente ni tu cuerpo, los arcángeles velan de ellos en tus sueños.

Nadie osa incordiarte, estás muy protegido, te protege tu Labu y tu abuelo querido.

Y si eso fuera poco, hacen cola en el cielo, los gnomos, las luciérnagas con todos sus misterios.

Es tu vida sagrada, como la de tu madre. Nadie podrá siquiera venir a molestarte.

Porque desde una estrella, la estrella más brillante, el niño Dios te cuida, no deja de cuidarte.

Duérmete pequeñito y sueña con gigantes, el gigante que tú eres siempre podrá salvarte.

Y no te olvides nunca que tú eres el importante.

NOS MIRAMOS

Los ojos hablan a los corazones que se conocen desde antaño.

Hablan sin decir nada, hablan con desparpajo.

Los ojos hablan y se abrazan sin abrazos. Porque el alma se reconoce a través de los años.

Los ojos hablan y se saben cercanos, se cuentan en voz baja lo que otros gritan a destajo.

Y te hablan los ojos y yo puedo escucharlos, sin que me digas nada, te oigo sin trabajo.

Hoy los ojos nos hablan, mientras cacarean los gallos.

UN DÍA ME IRÉ

Y un día me iré y ya no podrás verme y no te darás cuenta que ya no estoy contigo. Y quedarán palabras guardadas en cajones, y abrazos y poemas y besos escondidos.

Y un día no estaré para decirte cosas y quizás nunca sepas lo que quise decirte. Porque un día me iré y desde aquella fosa me invitarás a un té y a una tarde de cine.

Y yo un día me iré y querrás que estuviera como quiero que estés y yo no puedo verte.

Mirarás a lo lejos buscando mi silueta y perseguirás sombras creyéndome presente.

Y yo sé que me iré sin habértelo dicho, habrás de descubrirlo cuando llegue el momento.

Porque todo está bien, porque así es este juego, mientras unos se van otros están volviendo.

Sin memoria, seguiremos viviendo el momento.

Y cuando yo me vaya, tú empezarás de nuevo.

COSECHAS LO QUE SIEMBRAS

La siembra es un acto de humildad. Se siembra algo intangible, casi invisible. Se siembra a ciegas, con fe en el resultado pero sin esperar nada.

La cosecha es un regalo. Cosechas lo que siembras, se suele decir metafóricamente.

Yo siempre he intentado sembrar amor. Seguro que a veces no lo he conseguido, por ignorancia o por inconsciencia, más nunca por maldad.

Siembro desde el corazón para llegar a tu corazón porque creo firmemente en la humanidad. En la bondad del ser humano. En la redención y en el perdón.

En el don de per-donar como explica magníficamente Daniel Lumera.

La siembra también te invita a practicar la paciencia y a que, después de un tiempo, ocurra algo mágico y maravilloso. Ocurra que,  sin esperarlo alguien te agradezca lo que sembraste.

El don del agradecimiento y el don del perdón. Los mayores tesoros de Ser humano. De sentirte parte de un Todo más grande.

Recoger los frutos de la siembra es un privilegio, una bendición, un regalo.

Te reconcilia con la vida esa cosecha. Te ayuda a creer en Dios.

Nunca dejes de sembrar. Confía en la semilla porque con amor y paciencia siempre acaba dando fruto.

NOS VAMOS GASTANDO

Que si la vista, el estómago, que si el corazón, la espalda…

A este avatar que me habita se le oxidan las bisagras.

Que si los dientes, el pelo, si la rodilla, la cara…

Nos vamos envejeciendo de la noche a la mañana.

Y es curioso porque igual que se gasta la carcasa, la parte menos visible se vuelve más lista y sabia.

Se relajan las pasiones, las del cuerpo y las del alma. Se abraza a los enemigos. El odio se vuelve calma.

Y en el corazón te salen mariposas y guirnaldas.

A medida que envejezco más me gusta estar en casa. La casa del corazón. Donde el sol nunca se apaga.