Cuando leí los Cuatro Acuerdos del Dr.Miguel Ruiz, pensé que ya lo había comprendido casi todo y que era sencillo ponerlo en práctica.
No tomarse nada personalmente es algo sencillo y que todos hacemos a diario. Nadie se molesta nunca con nadie, ni se siente interpelado. Ni se toma nada personalmente porque todos tenemos nuestra parte emocional, nuestra luna, nuestro niño interior equilibrado y sanito.
Todos hemos tenido una infancia feliz, en la que se nos ha tenido en cuenta, se nos ha respetado y cuidado y se nos ha nutrido con profundo y sano amor.
También es fácil ser impecable con las palabras. Casi nadie las utiliza para herir, ni se enfada la gente con su vecino, y las parejas se hablan con ternura y a los niños se les trata con cariño siempre.
Otro acuerdo facilito es el de hacer siempre lo mejor que puedas. Yo diría que es la costumbre general. Todo el mundo se esfuerza por hacer siempre lo mejor: en su trabajo, en su cuidado personal, en sus relaciones, en su vida en general. Es un gusto ver lo educada y civilizada y equilibrada que es la gente.
Y por último el acuerdo que menos cuesta es el de no hacer suposiciones. Ese es prácticamente inexistente. Crearnos nuestra película de cada situación es algo que no se estila. No está de moda el chismorreo, ni los monos voladores, ni el criticar s nadie. Todos vamos con el cirio en la mano, abiertos y empáticos con nuestros semejantes. Sin suponer de antemano nada, expectantes y positivos ante los demás.
Es un gusto lo bien que hemos integrado los cuatro acuerdos, ¿verdad?
Como dice mi buen amigo Robert Martínez, somos todos unos héroes. Decidir habitar un cuerpo denso y experimentar esta tercera dimensión es de valientes. Y salir airosos es de héroes.
Vivir la experiencia y el aprendizaje que supone es un auténtico reto para nuestra alma. Y no es para cobardes. Porque para encontrarle el sentido a la vida primero has de perder el sentido. Tocar fondo, bajar a los infiernos de ti mismo y mirarte en el espejo de tu propia oscuridad.
Para renacer cual ave fénix de tus propias cenizas y llegar al camino de la paz.
La paz no te la regalan, se gana después de librar la última batalla con tu sombra.
Por eso somos héroes. Porque somos nuestros propios salvadores y nuestros propios verdugos.
Y cuando nos rendimos, nos abrazamos, nos perdonamos, nos aflojamos, nos mimamos y amamos de verdad, nuestra infinita luz se expande y sana a toda la humanidad.
¡Somos tan desmemoriados, tan ingratos y desagradecidos!
Lo tenemos todo para ser felices y nos perdemos entre los ruidos: ruidos de nuestra propia mente, ruido del mundanal ruido, ruido de los que nos mienten, ruido de tantos siglos…
¡Si aprendiéramos a vernos desnudos como vinimos, con el alma entre las manos y el corazón desposeído de miedos, culpas y enfados, de egos malentendidos!
Si pudiéramos desplegar nuestro talento escondido, nuestra misión, nuestros dones, nuestro poder perseguido por un sistema que sólo quiere tenerte dormido para que sigas su juego de esclavitud y castigo. Para que sigas sufriendo más allá del infinito.
Abre los ojos, despierta. El camino recorrido te conduce al corazón, allí todo es bienvenido. Allí el alma se sosiega, allí somos dioses vivos.
Hoy decreto para tí que cada día sea una fiesta. Una fiesta del vivir y agradecer la existencia. Una fiesta para amar y caminar por la tierra, sin horarios que aceptar, ni obligaciones impuestas.
Hoy decreto libertad, salud, confianza y la experiencia que tengas que experimentar para tu mayor bien. Así es y así será porque eres un fractal, un trocito de eternidad. Porque todo lo tu lo puedes, si lo crees de verdad.
Porque ni nada ni nadie puede obligarte a olvidar que eres un ser vivo, libre, soberano, de verdad. Un ser llenito de amor para regalar a tu hermano
¡Celebra pues hoy la vida! Sal al campo a respirar, desnúdate de mentiras, libera tu voluntad y recupera el poder que es tuyo y de nadie más.
Es lenta y progresiva, apenas te das cuenta. Va inundando tu vida de imposiciones y reglas.
Ocurre poco a poco desde el día en que naces. Llegar hasta este plano no es cosa de cobardes.
Desde el cosmos infinito, tal vez de alguna estrella, un día te propones jugar en esta esfera. Y naces y te adaptas y creces y te mandan. Y todas tus demandas casi siempre hacen aguas.
Te llevan al colegio y empieza el sortilegio. Te someten a reglas para jugar su juego.
Y así, sin darte cuenta, porque eres muy pequeño, tu cerebro expansivo, se va desvaneciendo.
Se vuelve más dogmático, deja de creer en sus sueños. Le invaden pesadillas, sacrificios y retos.
Domesticarte es fácil, lo hicieron hace tiempo. Pero si te das cuenta, si entiendes bien el juego, verás que es divertido deshacer el hechizo.
Desaprender, resucitar, recuperar tu brillo.
Sé valiente mi hermano y al acecho de ti mismo, recupera a tu niño.
Vuelve a reír de todo y confía en ti mismo.
Tú tienes las respuestas, no están en ningún libro.
Nos complicamos la vida y la vida no es complicada. La vida es para vivirla con arrugas en la cara. Sin ir corriendo y deprisa, con tiempo para dormir. Masticar las emociones y abrazando el porvenir.
La vida te la complicas desde el principio hasta el fin. Empieza en la guardería y acaba en el sanedrín. Corriendo y a toda prisa, tienes que irte a dormir. Estudiar las mil teorías que no te harán más feliz, trabajar toda tu vida para llegar hasta el fin.
La vida es para vivirla, con pasión y devoción. Oliendo las margaritas, expandiendo el corazón.
Saludando a los gusanos, diciéndole adiós al sol. Ensuciándote de barro, durmiendo bajo una col.
La vida es tan divertida, tan corta, tan imponente que es un pena, ni niña, que la malgastes sin detenerte en lo que importa de veras. En Ser y sentir de frente que estamos aquí de paso. No desperdicies tu suerte.
La vida eres TÚ preciosa, abrázate y sé valiente. Y abandona el laberinto de este engaño impenitente.
Vivimos en un mundo en el que la tecnología se entiende como sinónimo de progreso. Algunos seres humanos parecen confiar más en las máquinas que en sus semejantes. No obstante, las civilizaciones jamás se han salvado con el poder de la tecnología, sino despertando el poder interno del hombre.
¿Qué es un héroe? Un ser humano capaz de vencer, con sus propios recursos, a sus miedos, dudas y reticencias, desarrollando valores que le motivan a actuar con sabiduría, bondad y poder. El héroe simboliza la unión de las fuerzas celestes y terrenas. Se sabe mortal, aunque tenga ascendencia lejana vinculada a los dioses. El prototipo del héroe es aquel que, aún desconociendo su origen, destaca por sus acciones. Crece por su valor personal, individual, y por su pureza y fuerza moral y coraje a toda prueba.
Un héroe no lucha en un ejército, porque jamás obedece órdenes. Está en constante conexión con el saber mágico y divino de la vida. Se construye a sí mismo y no aspira a realeza ni a cargos de poder; su aspiración está en el plano espiritual, en su propia evolución creadora. Por todo ello, es respetado y temido por amigos y enemigos. Hoy, me gustaría despertar en todos nosotros el arquetipo del héroe.
La gente cree que ya no necesitamos héroes. Se acepta la distopía, las injusticias, la maldad y el discurso de una inevitable destrucción apocalíptica con crisis generalizadas, que no solo intentan justificarse, también normalizarse. ¡Cuidado con el derrotismo! Que sean sus planes no significa que vaya a ocurrir. La guerra se genera en la mente de las personas, es una guerra de dominio psicológico. El objetivo es ese: hacerte creer que no puedes hacer nada para evitarlo y, menos aún, para cambiarlo. Te han repetido tantas veces que el mundo es así, que te lo has creído.
No obstante, ¿es verdad? No. En absoluto. Dar por hecho que no vale la pena ni intentarlo, que ellos ganarán, es negar el propio poder (nuestro héroe); es resignarnos a aceptar la propia debilidad y derrota pensando, tonta e ingenuamente, que no hacer nada nos exime de responsabilidades. Y esto es falso. El no hacer es una forma pasiva o inconsciente de consentimiento. Así que cuidado.
Hay que afirmar el NO CONSENTIMIENTO desde el reconocimiento de quién soy, desde el poder de mi corazón de héroe libre e indómito.
No podemos pretender cambiar lo colectivo sin construir primero nuestra individualidad. El individuo tiene que fortalecerse porque es lo que empodera lo colectivo. El colectivo como masa es débil y vulnerable, porque es manipulable. Por eso reivindico el arquetipo del héroe: hemos de tomar las riendas de nuestra certeza interior, reconquistar nuestro espacio y tomar acción para forjar nuestro propio destino, guiados por la responsabilidad (que significa habilidad de responder) y la conciencia (que significa con conocimiento de sí mismo). Y hacerlo desde la paz interior y el autocontrol.
Si actuamos con impecabilidad y contundencia a nivel individual, por resonancia, se origina una expansión anímica positiva colectiva. Si observamos la naturaleza a nuestro alrededor, veremos un patrón de armonía. Este conocimiento es muy antiguo. Nuestros ancestros lo sabían. Hubo un tiempo en el que vivíamos de otra manera. Existe en nosotros, ¡todavía!, la añoranza de un saber que nos hacía poderosos. Sigue ahí, con la fuerza de una certeza que solo es posible cuando existe un profundo sentimiento intuitivo de identidad con el Ser, esa energía infinita que nos impregna cuando permitimos que la bondad gobierne nuestras vidas.
Tal vez el mayor reto al que nos somete esta encarnación es abandonar la necesidad de validarte.
Aceptar que eres perfecta sin que nadie lo reconozca. Reconocer que eres buena sin que nadie te lo recuerde. Aprender a escucharte y saber qué es lo que te gusta.
¿Qué te hace feliz?
¿Cuál era tu habilidad, el don que nunca pudiste desarrollar, mientras obedecias y aprendías cosas superfluas?
¿Qué te gusta? Y cuando sabes lo que te gusta…¿Lo haces?
¿O procastinas…a la espera del momento adecuado? Porque tienes mucho trabajo, muchas cosas que has de hacer, muchos compromisos, muchas obligaciones, muchas imposiciones, muchas inquisiciones que metieron en tu cerebro cuando eras una esponja y todo lo absorbías…
¿Qué te gusta hacer?
¿Dónde te gusta vivir?
¿Qué te gusta comer?
¿Sabes estar en silencio?
¿Te atreves a estar contigo?
VALIDARSE siempre ante los ojos de los demás es agotador además de inútil.
A nadie le importas más que a ti mism@
Eres tan valioso, tan absolutamente valiosa, que ni siquiera te ves. No te han dejado verte…pero ya no hay excusas.