Tan iguales, tan distintas, cada cual con su verdad. Hermanas que habéis nacido de mi vientre maternal.
Os miro y cuando os bendigo, bendigo a la humanidad. Tan divinas, tan humanas, tan llenas de honestidad.
La verdad lleváis a cuestas y a veces cuesta cargar. Porque nunca es una sola, la verdadera verdad.
Tiene aristas, pliegues, baches, viajes al más allá. Tiene puentes, precipicios, caminos que habréis de andar.
Yo os escucho hermanas bellas y ambas habláis la verdad. Sois honestas, leales y buenas. Sois pura luz celestial.
Yo bendigo ese camino, esa experiencia vital. Sois hijas de mi destino, pero no os puedo ayudar. Cada una su camino sola lo tiene que andar. Desde lejos yo os bendigo y decreto que hecho está, que lo vais a transitar con paz, amor y armonía. Con fuerza y con voluntad para alcanzar algún día la completa libertad.
Desde la edad de mis años, os suelto y dejo volar los sueños que aún os esperan para vuestro bien mayor y el de vuestra humanidad.